CIENCIA Y ANARQUISMO
Cuando el lector o la lectora se enfrente al cuadernillo que hemos titulado Ciencia y anarquismo lógicamente pensará que el contenido que leerá podrá servirle para hacerse una idea general de la relación que ha existido o existe actualmente entre el pensamiento anarquista y la ciencia. Desgraciadamente podemos decepcionar en cierto modo al lector/a porque los textos que hemos elegido no son necesariamente los más representativos de las posturas mayoritarias de los/as anarquistas en este campo. Nos hemos decantado por los textos que consideramos más lúcidos dentro del inevitablemente limitado vagaje cultural libertario que poseemos. Los lectores pueden sacar una conclusión clara de la afirmación que hemos advertido: si los textos elegidos son considerados los más interesantes y, sin embargo, no son los más representativos, eso significa que buena parte del movimiento libertario a lo largo de su historia no consiguió alcanzar la agudeza teórica que le caracterizó en otros muchos campos. Eso es lo que nosotras pensamos y lo decimos sin ruborizarnos porque somos enemigos de cualquier forma de autocomplacencia que sólo sirviría para provocar de una forma u otra un inevitable estancamiento.nnPese a que en el artículo que reproducimos de Íker Dobarro se puede ver un posicionamiento contrario al nuestro, nosotras mantenemos que para haber elegido textos representativos debiéramos haber seleccionado artículos donde se mostrara un ingenuo optimismo científico (más bien cientificismo debiéramos decir) que ha sido la postura más extendida durante buena parte de la historia del movimiento anarquista. Si la ciencia fue acogida con un espíritu aparentemente acrítico fue porque en los países del sur de Europa, donde la Iglesia mantuvo hasta bien entrado el siglo XX un gran poder, representó la razón frente al oscurantismo de la superstición religiosa. En ese sur de Europa donde el movimiento anarquista arraigó con fuerza, la ciencia fue aceptada como herramienta al servicio de la verdad para la consecución del ideal heredado del proyecto ilustrado del hombre culto que representaba el futuro frente a un pasado percibido como lleno de sombras a causa de la ignorancia y la religiosidad, inevitablemente unidas.nnEl espíritu de buena parte del siglo XIX estaba lleno de fe en el progreso, y la ciencia inevitablemente unida a éste representaba un pilar fundamental para el avance social. La visión mayoritaria sentía la ciencia como una suma de conocimientos cuya acumulación representaba un constante avance que dejaba atrás el «error». Como se puede observar el paralelismo con la concepción de la historia es evidente, pues
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